Para una comprensión cabal de los problemas del transporte público, proponemos una clasificación de los elementos que lo constituyen:
a) La infraestructura de transporte. Está constituida por ejemplo, por las carreteras y pistas, encima de las cuales se provee el servicio de transporte.
b) El uso de la infraestructura de transporte a la cual acceden los vehículos (buses, combis, taxis, autos colectivos y vehículos particulares) que son los que efectivamente prestan el servicio.
c) Los buses, combis, taxis, autos colectivos y vehículos particulares.
La infraestructura de transporte como bien público
La infraestructura de transporte constituye –desde el punto de vista económico– un bien público. Esto, porque no está sujeto a exclusión (es un bien o recurso de acceso abierto) y su generación o producción no genera rivalidad (para sus productores o para sus usuarios).
Soluciones económicas frente a los bienes públicos
Como la teoría económica indica, este tipo de bienes no puede ser provistos por el mercado y las empresas del sector privado, no tienen incentivos para proveerlos. Sin embargo, estos bienes son necesarios y contribuyen con el bienestar de las personas y de la sociedad. En ese sentido, imaginemos un mundo sin carreteras o pistas y como ello afectaría nuestras vidas.
Para tal efecto, la teoría propone que estos bienes sean provistos por el Estado. Entonces, el Estado asume su financiamiento (el cual proviene además, de los tributos) y los genera y administra (directa o indirectamente).
La infraestructura de transporte como una red (network) que genera economías de escala y externalidades positivas
Dado que la infraestructura de transporte sirve para integrar la ciudad, los diversos servicios existentes en ella y acercar las oportunidades económicas y laborales a las personas; dicha infraestructura puede ser caracterizada como una red (network) o conjunto de redes, que generan economías de escala y externalidades positivas (efectos no contratados ni pagados por aquellos que reciben los beneficios).
Soluciones económicas frente a las externalidades positivas
El problema con las externalidades positivas está en que los sujetos que pueden promover ese mayor valor no lo van a llevar a cabo (no asumen su costo), porque no serán compensados o retribuidos por la acción positiva que realicen.
Si todos los involucrados piensan de la misma manera, todos actuarán pensando en convertirse en “free riders” y esperarán que alguien más haga el gasto o la inversión. Ello, porque piensan que pueden tomar el beneficio, sin asumir el costo de ellos. En ese contexto, podría suceder que una acción –socialmente valiosa– no sea realizada por nadie y no se lleve a cabo.
Para promover la realización de actividades que generan externalidades positivas, la teoría económica propone el establecimiento de mecanismos de subsidios. De esta forma, los generadores de las externalidades positivas ven cubiertos parcial o totalmente los costos de producción de dicha externalidad. Ello los incentiva a realizar la actividad productora de la externalidad.
Otra alternativa para la generación de la actividad productora de la externalidad positiva es que el Estado asuma dicha actividad.
El uso de la infraestructura de transporte como bien común
El uso de la infraestructura de transporte a la cual acceden los vehículos constituye –desde un punto de vista económico– un bien común. Los bienes comunes son aquellos bienes, recursos o servicios que son de acceso abierto para todos (no existe exclusión y cualquiera los puede usar), pero que están sujetos a rivalidad en el uso o en el consumo (no puede satisfacer los intereses de dos sujetos, a la vez, y con la misma intensidad).
El problema con estos tipos de recursos es que una vez superado el umbral o punto de saturación, los mismos se empiezan a degradar, modificándose sus características, su cantidad o su calidad. Eventualmente, en casos extremos, el recurso se puede anular, desaparecer o colapsar. En el transporte público esto se manifiesta –por ejemplo –en la cantidad de vehículos que ingresan a las carreteras y pistas y, en el efecto que generan: tráfico, congestión y mayor tiempo de los desplazamientos.
Las soluciones económicas frente a los bienes comunes
Frente a este problema, la teoría económica plantea dos soluciones. En primer lugar, a través de la asignación de titularidades que generen exclusión y racionalicen el acceso al recurso común. Bajo este mecanismo, sólo aquellos que ostenten la titularidad pueden acceder al recurso común. La otra alternativa es la regulación administrativa. En este caso, a través de la supervisión y fiscalización estatal, se racionalizaría el acceso y el uso del recurso común.
Los vehículos como bienes privados pero generadores de externalidades negativas
Los vehículos que utilizan la infraestructura de transporte público constituyen bienes privados. Ello, porque están sujetos a rivalidad en su uso o consumo y no son de acceso abierto (están sujetos a exclusión por parte de sus titulares).
Sin embargo, el uso de vehículos genera externalidades negativas, no solamente para los usuarios de las carreteras y las pistas (la congestión), sino también para terceros, mediante la forma de accidentes o la contaminación. Como señala la teoría económica, las externalidades implican que la actuación de un sujeto afecta –sin haber un contrato o acuerdo o compensación de por medio– la producción, el consumo o la utilidad de otro, a un tercero (congestión, accidentes, contaminación). Esta afectación del tercero es una externalidad negativa, en la medida que afecta su bienestar de manera desfavorable.
En nuestro próximo artículo nos referiremos específicamente a este caso de externalidades y sus mecanismos de solución.
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