miércoles, 21 de abril de 2021

Directivos empresariales y abogados. Unidos y comunicados para generar valor en la empresa

Hasta hace unos años, estuve dictando los cursos de Derecho Corporativo y Derecho Financiero en el MBA y en la Maestría de Finanzas de la Universidad del Pacífico y en esa labor me di cuenta de los grandes desencuentros que podían existir entre la “gente del negocio” y los “asesores legales”.

Creo que de todas las promociones que dicté, solamente tuve uno o dos abogados alguna vez. Los estudiantes de estás maestrías suelen ser ingenieros, economistas, administradores, contadores, que ocupan posiciones intermedias en sus empresas, pero que se están preparando para asumir posiciones superiores. Dictar estos cursos era como jugar de visitante. En las clases solía encontrar dos tipos de estudiantes. Un primer grupo de “indiferentes”. Aquellos que no sabían nada de Derecho y por alguna razón, no les interesaba. 

Un segundo grupo eran los “negativos”. Muchas de las personas en este grupo habían tenido algún nivel de interacción con abogados o con otros operadores del Sistema Jurídico y su percepción sobre ambos era muy negativa. A los abogados los veían como sujetos lejanos, ensimismados en su disciplina, de verborrea altisonante llena de latinazgos y de falta de respuestas claras o determinantes. En otros casos, asociaban al Sistema Jurídico con problemas, con trámites, con procedimientos administrativos y procesos judiciales, de resultado incierto o dudoso o inclusive, con corrupción.
Sin embargo, como señala Constance E. Bagley, el valor que pueda generar una empresa, depende de dos factores: del negocio propio y de aspectos legales (Working effectively with Counsel). Así por ejemplo, una empresa comercial depende de la identificación del mercado, de los clientes, de los productos que les puedan interesar, de los costos, de los precios de la competencia; pero también del sistema jurídico, de los impuestos aplicables, de la regulación. 

Un producto puede ser atractivo para los consumidores, susceptible de producirse a un costo competitivo, pero puede enfrentar restricciones por la regulación estatal (licencias, autorizaciones, permisos) o incluso prohibiciones, la distribución puede ser considerada riesgosa y regulatoriamente puede estar sujeta a obligaciones que impliquen costos para las empresas. O el factor tributario o los costos laborales, pueden cambiar el signo de un negocio, de positivo a negativo.

No hay que olvidar que el Sistema Jurídico es normativo, regulador. Su pretensión es regular, influir, afectar, modificar la conducta humana. La función del Sistema Jurídico es imponer algo que “debe ser”, que “debe” ocurrir. 

Aunque para algunos pueda parecer increíble, el Sistema Jurídico (el Estado, finalmente) regula prácticamente todos los aspectos de la vida de las personas individuales y de las empresas. Por esa razón, se debe tener presente y tomar en cuenta, tanto para asuntos personales, como para asuntos de negocios. Y esto es clave, en un entorno donde pareciera haber -cada vez- mayor regulación.

Bagley señala que hay problemas entre quienes ocupan puestos gerenciales y directivos, porque tienen formaciones diferentes, estructuras mentales distintas, así como creencias y visiones que muchas veces pueden ir desde una visión indiferente hasta una visión conflictiva. Eso es justamente lo que nosotros habíamos confirmado con nuestros alumnos, en nuestras clases de maestría.

Frente a ello, propone una relación de sociedad (partnership), donde ejecutivos y abogados trabajen en conjunto, buscando conocer más sobre las funciones del otro y con mayor comunicación. 

Así, los ejecutivos deberían tomar conciencia de cómo el Sistema Jurídico puede afectar su negocio, sus planes, proyecciones o ideas. Esto requiere que los ejecutivos no legales reciban instrucción básica en temas jurídicos.

Por otro lado, los abogados deberían interesarse más en cómo funciona el negocio o el área que están asesorando. Esto requiere abogados con una formación que vaya más allá de lo exclusivamente legal. Este tipo de abogado debería conocer un poco de economía, administración, finanzas.

Y en cuanto a la visión de la profesión, los abogados deberían dejar de verse así mismos como los oráculos de la ley. En el contexto empresarial deberían considerarse como gestores de riesgos, que advierten de riesgos y dan consejo legal, planteando alternativas.



PS. A mis colegas abogados les recomiendo leer y seguir el trabajo de Constance E. Bagley. Es una abogada y profesora norteamericana que se ha dedicado enseñar Derecho en maestrías de administración de negocios. Eso la ha llevado a tener una visión instrumental del Derecho. Como mecanismo para gestionar mejor y generar valor en las empresas. Su página web es: bagleystrategic.com

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